El Presidente sigue efectuando gestos de acercamiento al kirchnerismo y quiere mantener protegido al Gabinete frente a los reproches dentro de la coalición. Sergio Massa se alineó al pedido de unidad “para resolver los problemas”
“Milagros no hago”. Roberto Feletti, secretario de Comercio, puso en palabras la impotencia que sienten en el interior del Gobierno en plena “guerra” contra la inflación. Las medidas anunciadas hasta el momento no alcanzarán para amortiguar los más de 6 puntos de inflación que proyectan tener en la Casa Rosada cuando se conozcan los números de marzo.
La inercia inflacionaria ya era difícil de parar antes de la invasión de Rusia a Ucrania. Pero la guerra empeoró el escenario. Según explicó el funcionario kirchnerista, ambos países concentran cerca del 29% de las exportaciones mundiales de trigo y el conflicto bélico provocó un fuerte aumento del cereal y de sus derivados. Sobre una base inflacionaria de 50 puntos en un año, el impacto de la guerra no hizo más que transformar la inflación en el principal problema para los meses que viene. Aumentan los precios de los alimentos por la guerra, por la inercia y por la especulación. Será difícil que nadie se caiga del mapa.
En ese contexto, Alberto Fernández tiene la vocación de contener la interna del Frente de Todos y tratar de mantener protegido a su Gabinete. Sobre todo, al ministro de Economía, Martín Guzmán. Si la crisis política se profundiza, la crisis económica se agravará
Un posible escenario de recambio de Gabinete obligado, interna partidaria en estado de ebullición e inflación desatada y sin posibilidades de controlarla en un breve plazo de tiempo, profundizaría la debilidad de la gestión y de todo el Gobierno. No le conviene a nadie.
Por eso la vocación de Fernández es evitar que sigan explotando conflictos internos que desperfilen su foco de atención. Tarea difícil, teniendo en cuenta los dardos que lanza La Cámpora contra Martín Guzmán cada vez con más frecuencia. El último en hacerlo fue el ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro.
Ayer dijo que “no hay coincidencia” del kirchnerismo con la Casa Rosada en el plan para poder reducir la inflación. “Así como el FMI generó una discusión dentro del FdT, esta es otra de las discusiones que se vienen dando donde no hay coincidencia”, sostuvo en una entrevista radial.
Dentro del oficialismo el cuestionamiento fue tomado como una crítica elíptica al ministro de Economía, que viene siendo blanco del camporismo. Días atrás las críticas salieron de la boca del secretario general de La Cámpora, Andrés “Cuervo” Larroque. Esta vez fue De Pedro, que en los últimas semanas se mostró más cerca del Presidente, en medio de un proceso en el que ambos están reconstruyendo la relación.
Es un círculo vicioso. El kirchnerismo cuestiona a un funcionario clave del Gobierno que integra porque “la guerra” contra la inflación que anunció Alberto Fernández no arranca y porque no coinciden en el plan de acción. La batalla más difícil de la gestión que conduce el Presidente es bajar la inflación y lo está haciendo con un ministro cuestionado y al que liman los propios con declaraciones públicas. Pierde el Gobierno. Siempre.
A las diferencias que ya había entre el kirchnerismo duro y Guzmán por el acuerdo que alcanzó con el FMI, se sumaron las del camino que debe seguir el ministro frente a esta nueva encrucijada. Le piden “medidas más contundentes”, aunque no explicitan qué medidas.
La agrupación de Máximo Kirchner lo cuestiona en público. El ministro mantiene un silencio sepulcral. Quienes lo conocen dicen que es insensible a las presiones externas. No va a contestar. No le gusta el juego mediático. No se aparta del estado zen que lo identifica.
El Gobierno anunció una serie de medidas para combatir la inflación, pero la mayoría no está en práctica. Un fondo fiduciario para asegurar el precio de los derivaros del trigo, el aumento de retenciones de derivados de la soja (aceite y harina), “mini precios cuidados” de 60 productos para supermercados de barrio, Precios Cuidados, un fondo para la compra “anticipada” de verduras en el mercado central (tomate, cebolla y papa) y un bono para los jubilados de 6000 pesos.
Ayer por la tarde también se avanzó en la búsqueda de un acuerdo con la CGT y la UIA para tomar una serie de medidas contra la inflación. Fue en el ministerio de Economía y encabezada por Guzmán.
Todos los presentes firmaron una solicitada que en uno de los puntos indicaba: “Las dificultades macroeconómicas, sumadas al escenario internacional abierto por el conflicto bélico en Ucrania, han generado nuevas fuentes de inestabilidad que se expresan en mayores tensiones inflacionarias. La inflación es hoy la combinación de problemas internos y de la escalada inflacionaria internacional y expresa un desafío para evitar que ello se traduzca en mayores dificultades para los ingresos de la población y la competitividad de las empresas”.
Sin los anuncios ejecutados, en el oficialismo se siguen preguntando por qué Fernández habló de “guerra” y generó más presión sobre las medidas que deben salir del equipo económico. Las torpezas discursivas del Presidente son cuestionadas por lo bajo en muchos despachos del Gobierno. “¿Por que dice lo que dice?”, es la pregunta que resuena en tono de reproche.
Más allá de las desprolijidades en la comunicación, Fernández quiere mantener armado su Gabinete y que los altos números de inflación no lo arrasen en los próximos meses. Ya se encargó de decir en público que no hará cambios en la estructura de ministros e insiste con los pedidos de unidad en la coalición.
Necesita paz para gestionar en el medio de la tormenta, pero todos los días le cae un rayo diferencia cerca del pie. Por eso sigue poniendo el ejemplo, directa o indirectamente, que lo que no puede permitir su Gobierno es que vuelva Juntos por el Cambio al poder. Para eso, está claro, el diálogo y la unidad del peronismo son vitales.
Mientras Fernández transita días de gestión tumultuosos adelantando que los precios subieron y subirán en forma vertiginosa en el corto plazo, la vicepresidenta Cristina Kirchner se mantiene a un costado del tema central que tiene en su agenda el Presidente. No habla de la inflación. No es un tema que trate en público. Quizás porque hacerlo derivaría en un nuevo conflicto dentro del Frente de Todos.
En la línea de tranquilizar las aguas que expresó Alberto Fernández se posicionó Sergio Massa. “Necesitamos un gobierno unido que dialogue con la oposición”, aseguró este jueves. Un nuevo llamado al diálogo por parte de uno de los socios del Frente de Todos. Todos entienden que no hay futuro si la coalición sigue adelante con su proceso de degradación. No hay futuro político ni 2023. No hay futuro de gestión.
Desde su espacio político desmintieron la posibilidad de romper la alianza como consecuencia de que algunos dirigentes del Frente Renovador amenazaran con irse de la coalición si Alberto Fernández y Cristina Kirchner no logran un acuerdo para encaminar la gestión. “No nos vamos a ningún lado, pero hay que encaminar esta situación”, sostienen.
El Presidente intentará contener la crisis política evitando dar señales que agiten un conflicto. Además, seguirá con las medidas paliativas para combatir la inflación. En el Gobierno nadie sabe en qué lugar estará la gestión dentro de un puñado de meses. Se aproximan tiempos difíciles.
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