La participación en la primera vuelta de las elecciones presidenciales en Francia era del 65% al promediar la tarde, la más baja desde los comicios de 2002, informó el Ministerio del Interior, en lo que confirma los temores a un aumento de la abstención. Macron y Le Pen, los favoritos.
Los franceses votaban este domingo a su futuro presidente, con el mandatario saliente, el centrista Emmanuel Macron, y la candidata de extrema derecha Marine Le Pen como favoritos de una ajustada primera vuelta tras una atípica campaña.
Hasta el momento los votantes no superaban el 65% del padrón. El Ministerio del Interior francés recordó que en 2017, también hasta las 17, la tasa de participación era del 69,42% en la Francia metropolitana y en 2002 la tasa era del 58,45%.
Los centros de votación abrieron a las 8 y cerrarán a las 19 o 20 horas, dependiendo de cada municipio, informó la agencia de noticias Europa Press.
Las elecciones presidenciales son generalmente las que mayor participación suscitan entre los votantes franceses, pero la tediosa campaña y el favoritismo del actual presidente, Emmanuel Macron, podrían haber desmovilizado al electorado.
Excepto sorpresas, Macron se impondrá en la primera vuelta, ya que tiene una intención de voto consolidada por encima incluso del 25%, pero queda por saber quién le acompañará dos semanas más tarde, el 24 de abril.
Marine Le Pen, que ya logró el ansiado cara a cara con Macron en los comicios de 2017, es "a priori" la candidata mejor posicionada.
El lanzamiento de la ofensiva rusa en Ucrania el 24 de febrero eclipsó la campaña electoral, pero el efecto sobre los precios de la energía la devolvió al primer plano, sobre todo por la inquietud sobre el poder adquisitivo.
El inicio de la guerra impulsó a Macron, pero en la recta final de la campaña su principal rival, Le Pen, progresó en los sondeos, hasta rozar la victoria ante Macron si ambos pasan al balotaje del 24 de abril.
En el plano internacional, frente a Macron y sus esfuerzos de mediación entre Ucrania y Rusia, Le Pen propone entre otros abandonar el comando integrado de la OTAN, el órgano de la Alianza Atlántica que fija la estrategia militar.
Por eso el resultado será seguido de cerca en el mundo, ya que una eventual victoria de la aspirante de extrema derecha podría asestar un nuevo revés a la Unión Europea (UE) y a las alianzas internacionales de esta potencia económica y nuclear.
Macron votó de la norteña ciudad de Touquet, en el mismo departamento de Pas-de-Calais donde un par de horas antes emitió su sufragio su rival Le Pen, en la localidad de Henin-Beaumont, informó la agencia de noticias francesa AFP.
De los diez candidatos restantes, el aspirante de izquierda Jean-Luc Mélenchon es el único con alguna opción de impedir que ambos consigan su boleto para la segunda vuelta, reforzado por su imagen de "voto útil" de una izquierda atomizada.
A nivel internacional, este nieto de españoles y que en su día fue presentado por el diario conservador Le Figaro como un "Chávez francés", propone salir de la OTAN en pos de "alianzas altermundialistas" y quiere que Francia sea un país "no alineado".
Mélenchon votó en la sureña ciudad de Marsella.
La elección
Unos 48,7 millones de electores están convocados para elegir entre 12 candidatos a la presidencia. Si ningún candidato obtiene la mayoría absoluta en la primera vuelta, los dos más votados se enfrentarán en balotaje el 24 de abril.
La primera vuelta no está exenta de sorpresas como en 2002, cuando Jean-Marie Le Pen, padre de Marine, se calificó contra todo pronóstico para el balotaje junto al conservador Jacques Chirac, que acabó logrando su reelección. La abstención de la primera ronda entonces alcanzó el récord de 28,4% para una presidencial. Otra de las incógnitas es saber si se batirá ese máximo, como creen muchos politólogos. En 2017, un 22,2% de los electores no votaron en la primera vuelta.
Le Pen, de 53 años, y Macron, de 44 años, ya se disputaron las llaves del Elíseo en 2017 que consiguió el centrista con dos tercios de los votos. Pero aunque el escenario parezca repetirse cinco años después, el país no es el mismo.
El coronavirus irrumpió en Francia a principios de 2020, confinó a millones de personas y dejó atrás una primera mitad de mandato de Macron marcada por las protestas sociales. La guerra en Ucrania apareció cuando los franceses empezaban a respirar.
La campaña electoral
Macron jugó la carta de un presidente estable en tiempos de crisis y reformista; Le Pen se presentó como la defensora del poder adquisitivo, con una imagen menos radical al evitar poner el foco en sus temas predilectos: migrantes, islam, seguridad.
Sin cambiar los fundamentos de la extrema derecha, según los observadores, la candidata de Agrupación Nacional (RN) prefirió intentar capitalizar el descontento de las clases populares con la política de Macron, líder de La República en Marcha (LREM).
Los temas más radicales de la extrema derecha quedaron en manos del candidato Éric Zemmour, que con sus explosivas declaraciones contra los inmigrantes y los musulmanes dominó parte de la campaña, poniendo en dificultad a Le Pen y a la candidata de la derecha Valérie Pécresse.
Zemmour votó en París, y Pécresse votó en Vélizy-Villacoublay, una ciudad de la periferia suroeste de la capital.
Macron, que entró tarde en campaña por la gestión de la pandemia y su intento de mediación entre Kiev y Moscú, alertó en la recta final contra el "peligro extremista".
Los candidatos socialista Anne Hidalgo, ecologista Yannick Jadot y comunista Fabien Roussel ya dijeron que llamarán a votar contra la extrema derecha si Le Pen pasa al balotaje.
Pécresse, del partido Los Republicanos (LR) no dará en cambio consigna de voto.
En Francia, la atención también estará puesta en el alcance de la esperada debacle de los partidos tradicionales: la derecha de los expresidentes Chirac (1995-2007) y Nicolas Sarkozy (2007-2012) y los socialistas de François Hollande (2012-2017) y François Mitterrand (1981-1995).
Fuente: Télam
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