MALVINAS ARGENTINAS EL DESTINO DE UNA BANDERA
"Juntos fuimos llamados parta cumplir con una misión, iniciando nuestra marcha a esas irredentas ISLAS MALVINAS un dieciséis de abril de mil novecientos ochenta y dos.
Por esos destinos que la vida muchas veces nos cruza en nuestro camino, me toco llevarla, símbolo representativo de esa gloriosa compañia que, como a todo un resto, le había tocado en suerte tener su bautismo de guerra.
Luego de diez días de marcha, en la noche del veintiséis de abril a las veinte y treinta horas tocamos suelo malvinense y nuestra bandera de guerra flameó por primera vez en ese suelo tan preciado. Su presencia nos impulsaba, nos alentaba, nos daba la fuerza necesaria para no decaer, nos marcaba un rumbo, la gloria que habiamos ido a buscar, con la felicidad de sentirla en el seno de nuestro corazón, al verla jugar con el viento en ese cielo tan querido.
Los días transcurrieron y el triste final llegó. La mañana de ese catorce de junio y las tropas Argentinas rendidas, la confusión, el desconcierto, el temor, la impotencia, la tristeza como única alternativa. Dentro de ese marco había que tomar decisiones importantes.
Nuestra bandera de guerra ya no flameaba, lo que habíamos recuperado tras 149
años, nuevamente no nos pertenecía.
Mi jefe ordenó una formación, para quemar nuestra bandera de guerra, la misma que nos había acompañado durante el desarrollo de esta empresa tan gloriosa. Formando un semicírculo, cada uno de los que integrábamos la compañía nos fuimos despidiendo de ella con un beso. Luego, junto a la cuja y su moño fue depositada en un pozo. Ese momento fue muy triste, estábamos todos muy mal, las lágrimas comenzaron a bajar por nuestras mejillas. Impotencia, bronca, tristeza..., de golpe la providencia hizo que comenzara a nevar. Este designio de Dios impidió su quema.
Dos días después fuimos seleccionados para quedar prisioneros; mi misión a partir de ese momento fue su custodia, que no fuera detectada por el enemigo, que no cayera en poder de éste.
Envuelta en mi cuerpo y cubierta con la ropa que nos identificaba como Soldados del Ejército Argentino, iniciamos una vida en común transformándonos en una sola cosa.
Varios fueron los controles que tuve que pasar y evitar que fuera vista . El segundo de ellos y ante la desconfianza que provocó la actitud de un camarada, fuimos sometidos a un control mas riguroso que por azar no influyó negativamente en mi suerte.
Pasaron dieciocho días donde convivimos transmitiéndonos confianza y la esperanza que juntos volveríamos a nuestro suelo.
El dos de julio de 1982 nos cambiaron de lugar de detención, nos encolumnaron para transportarnos por helicóptero a un buque de transporte de personal de la flota inglesa. Ya en el barco, tuvimos el control y requisa mas severa. Como no había ocurrido en las anteriores, debíamos desvestirnos totalmente y entregar todos los elementos de valor que uno llevara.......
Fueron pasando uno por uno, mientras esperaba mi turno, por mi cabeza solo pasaba que hacer cuando descubrieran nuestra bandera. De golpe, una vez más la presencia de Dios; en el momento que me tocaba en suerte ser requisado, apareció un integrante de la Cruz Roja Internacional, veedor de ese organismo que controlaba el trato que se nos daba.
Lo llamé de inmediato y ante la mirada azorada de los ingleses, le expliqué que no iba a entregar la bandera, que en primer lugar me pertenecía y además nunca había hecho ostentación de ella. Recibí como respuesta , previo el hablar con un oficial inglés. que respetaría mi pedido siempre y cuando cumpliera con lo establecido en uno delos apartados de la Convención de Ginebra.
Habiendo entregado el resto de mis cosas personales, lo que una vez llegado al continente me fue devuelto, volví a vestirme una vez más junto a mi bandera.
Doce días mas convivimos, hasta que el dieciséis de julio de mil novecientos ochenta y dos los dos regresamos a esta sagrada tierra Argentina, con gran desazón, con una gran tristeza, pero con una gran experiencia y con un propósito: que algún día sus colores y yo volveremos, ya que nuestra misión quedó trunca.
Hoy, esa querida bandera que nos acompañó hasta el final, nuevamente flamea y juega con ese viento de la misma manera que cuando la conocí, pero con una gran diferencia, hoy es una bandera mucho más importante, es VETERANA DE GUERRA.
Bandera de la Compañía de Comunicaciones 3 ¡VIVA LA PATRIA!!!!!
VOLVEREMOS!!
Eduardo Cerruti Capitán (RE)
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