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Neuquén: La veloz evolución de Vaca Muerta

El shale neuquino igualó en cuatro años el desarrollo de Estados Unidos. Los reservorios, la curva de aprendizaje y una transferencia de tecnología muy rápida.


Solo el 8% de Vaca Muerta está en desarrollo. Ese porcentaje le alcanzó a Neuquén para conseguir récords de producción en los últimos meses. Esto se logró gracias a una curva de aprendizaje voraz que, en solo cuatro años, igualó el desarrollo de 20 años de Estados Unidos. Ese es el análisis que realizó el country manager de la empresa NCS Multistage, Luciano Fucello, en diálogo con +e.


El camino inició con la Resolución 46 por la cual el Estado subsidió la oferta pagando la diferencia con el precio medio del mercado (mix de producción local e importada). El objetivo era incentivar una nueva producción de proyectos que estaban en etapa piloto para que pasaran a la fase de desarrollo. “Esta dio pie a una escalada de productividad en Vaca Muerta y eso se vio muy pronunciado en todo lo que fue Tecpetrol con Fortín de Piedra”, consideró Fucello.


La suba en la producción se encontró con un problema: no había equipos para poder operar. Los sets de fractura eran escasos para mantener un ritmo de actividad constante en un promedio de 19 horas por día. Esto quedó saldado con el decreto 619 establecido en septiembre de 2017 que facilitó traer equipos usados del exterior, principalmente de Estados Unidos, para seguir produciendo.


“Si no se avanzaba con los equipos de afuera, no hubiera existido la capacidad para producir en Vaca Muerta, y era un momento crucial porque se estaba incrementando la actividad”, subrayó.

El efecto fue inmediato: Vaca Muerta pasó de 150 etapas de fractura en 2017, a subir a 500 en 2018 y superar las 1000 en 2021. “La velocidad de fracturas se fue incrementando. En el 2017 eran 5 etapas por día y hoy estamos en un promedio de 8 a 9 etapas, pero con récords de 12 o 13 etapas de fractura por día. La eficiencia se triplicó en pocos años porque incluye paradas de mantenimiento”, aseguró.


Aprendizaje

Este avance en Vaca Muerta se debe a varios factores. Uno está referido a los reservorios. Se entendió cómo reaccionan, su productividad y la cercanía de los pozos. Pero también se logró adaptar la experiencia sobre los colapsos de casing.


“Lo que se tenía que hacer era parar la operación y rectificar ese casing. Se entendió cómo convivir con ese colapso y ese es un gran punto. A los técnicos los mantuvo noches sin dormir”, afirmó.


“Una manera de mitigarlos es hacer un avance de fracturas, porque inicialmente se fractura todo un pozo y después se pasaba a otro. Lo que se hizo fue hacer varios pozos y fracturar la primera etapa del primero, del segundo y el tercero; luego se pasó a la segunda etapa del primero, del segundo y del tercero, y así consecutivamente. Esto minimizó los colapsos de casing y se descomprimió la situación, permitiendo avanzar y no parar”, detalló.


La siguiente fase constó en optimizar los equipos donde la adenda del convenio colectivo de trabajo fue clave. “Se logró destrabar muchas cosas como las horas taxi y el trabajo del personal. Antes, una persona solo hacía una actividad y, con estas modificaciones, se permitió que ese operario pueda desarrollar varias tareas. Si no se avanzaba en esos cambios, no se habría llegado a la eficiencia que tenemos en la actualidad”, consideró.


Una torre perforadora en el área Loma Campana, un área emblema del shale oil que opera YPF en Vaca Muerta.

Rendimiento y operatividad

Los grandes avances que hicieron en el último tiempo fueron fundamentales para entender el rendimiento actual de Vaca Muerta. La aceleración se vio reflejada en la cantidad de barriles por minuto. Antes de las modificaciones se bombeaban 70 barriles por minuto, mientras que en la actualidad se logró alcanzar los 110 barriles por minuto. La automatización jugó un papel importante en este salto en la actividad. El engrase y operación automática de las válvulas permitieron achicar el tiempo de trabajo entre pozo y pozo.

“Entre etapa y etapa hay 15 o 20 minutos, y esta operatividad se llama zipper fracturing, que permite trabajar en varios pozos, fracturando uno mientras van punzando a los que están al lado. Esto logra tener un tiempo entre etapa y etapa muy chico porque la operación es continua por parte, y eso se ve cuando se pasan los 100 barriles diarios. Es un avance enorme”, sostuvo Fucello.


Similitud y avance

Estos datos le permitieron al country manager de la empresa NCS Multistage considerar que Vaca Muerta logró desarrollar una curva de aprendizaje en cuatro años, lo que a Estados Unidos le llevó dos décadas.

“La curva de aprendizaje de Estados Unidos comenzó en el 2001 con el shale gas y tardó 20 años en desarrollarlo. Vaca Muerta, en apenas cuatro años, logró estar a su par, superando todas las expectativas posibles con una transferencia tecnológica muy rápida. Lo que hacen ellos se replica y se aprende de manera muy rápida”, aseveró.

“El 90% de los pozos de Vaca Muerta tiene una productividad igual o mayor que el 10% de los mejores pozos de Estados Unidos. A nivel de reservorio el recurso está y se puede sacar de manera comercial. La productividad de Vaca Muerta es asombrosa”, subrayó Fucello.


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